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08 d’abril 2013
30 de març 2013
En record de l'estimat amic i company PACO ELVIRA
Paco Elvira, any 1976
Devant una concentració devant el Col.legi d'Advocats pels assassinats d'Atocha
Paco Elvira a la Galeria Valid-Foto el 20 abril 2010
Paco Elvira dedicant la seva novela "Un día de Mayo" a la Galeria Vàlid-Foto, abril 2011.
Amb els galeristes Fernando Peracho i Brauli Teixidó
Paco Elvira fent una dedicatòria. Abril 2011
Paco en el record i l'estimació dels amics i companys:
De Manel Úbeda... quésabesde...
De Laura Terré
Cuando un fotógrafo cierra los ojos, la Historia pasa página. Hoy se nos ha
ido Paco Elvira (Barcelona 1948) fotógrafo periodista, profesional, profesor y,
últimamente, también bloguero, en su afán de dar a ver y de compartir la
mirada. Le tocó vivir tiempos convulsos para la fotografía y la profesión de
reportero, pasando de una crisis a otra, pero encontrando siempre la energía
para salir adelante. La importancia de su archivo, que ahí nos queda
perfectamente organizado y datado, no radica simplemente en la descripción del
tiempo que le tocó vivir, sino en su talento: su capacidad de análisis, su
estilo, su calidad humana y su precisión a la hora de mostrar los detalles concretos
del mundo como imágenes poéticas. Él llevaba dentro eso que no se enseña, que
no se aprende: ese instinto que empuja a los héroes reporteros a alargar la
mano y a coger la cámara, cuando a otros, de natural, nos aconsejaría echar a
correr.
Paco Elvira empezó a fotografiar mientras estudiaba la carrera de
económicas impelido por la fuerza de la denuncia para documentar la lucha de
los universitarios antifranquistas y, aunque entonces no era más que un jovencísimo
amateur, ese inicio marcó su estilo profesional: alinear el corazón al ojo con
el fin de apuntar con inteligencia a las ideas.
Después de la muerte de Franco, y ya siendo reportero profesional, Paco
Elvira se acercó con valentía y curiosidad a los temas importantes que se fueron
desarrollando durante el duro periodo de la Transición. Siempre centrado en lo
social, su mirada fue más allá de la nota de actualidad que le demandaban las
revistas para las que trabajaba -las mejores en aquel momento de auge de la
prensa gráfica en España: Mundo, Primera Plana e Interviú-. Publicó reportajes sobre ETA, sobre la crisis de la
minería en el norte, el paro -que en la bisagra de la década hundía a más de
tres millones de españoles en la incertidumbre y les acercaba a la miseria-, las
reivindicaciones de los jornaleros andaluces tantas décadas aplazadas y las huelgas
que sacudían el mapa industrial español, mientras se iniciaba una reconversión
para introducir las nuevas políticas económicas frente a la crisis del petróleo.
Paco abordó todos esos temas con el tacto puesto en la piel de los hombres y
las mujeres protagonistas de las historias. Con una mirada sencilla, natural,
sin artificio, como a imitación de ellos mismos. Los hombres y las mujeres
fueron la materia viva de su trabajo, materia con la que pensó el devenir de
los días para lanzar un mensaje al futuro. Así hoy, a la vista de sus fotos, su
testimonio pone en marcha la memoria con la voluntad de no volver a repetir el
pasado. Cotejando otros archivos del mismo periodo notamos la originalidad de
Paco al retratar la Transición, en cuyas fotos la humanidad cobra relieve por
encima de la anécdota para materializar en iconos esos temas de tan difícil
representación. Ahí tenemos a aquella madre de la colza, como una piedad
contemporánea. Las maletas atadas con cordeles de los inmigrantes que llegaban
a la estación de Francia. Los puños en alto en la Revolución de los Claveles
portuguesa... El instinto le empujaba a documentar más allá del encargo. Y él
iba guardando pacientemente en el cajón aquellas fotos de lectura ambigua que
no tenían cabida en la prensa y que sólo ahora alcanzamos a comprender. Así, durante
toda su carrera y hasta ayer mismo, Paco Elvira supo hacer de la realidad
cotidiana la materia de una constante experimentación con el lenguaje de la
fotografía, consiguiendo esa doble función que la convierte en arte: describir
el mundo y expresar opinión.
Después de aquellos primeros años de anclaje a la realidad española, Paco siguió
la huella de los fotógrafos viajeros moviéndose por todo el planeta: China,
Japón, Filipinas, Israel, Cuba, Argentina, México, Brasil, Zanzíbar, Camerún,
Nicaragua, Argelia, Afganistán... Y continuó fotografiando con su mismo talante
de proximidad: entrando en la tierra, observando las costumbres, recorriendo
los mercados, sentándose en las peluquerías, compartiendo la conversación en
las tabernas… E incluso internándose en el conflicto, como en su viaje a Croacia
y a la frontera de Kosovo durante la guerra de los Balcanes, recuperando de
nuevo el espíritu valiente de sus reportajes de juventud, como aquel de Irlanda
del Norte en el año 1973, que completaría con cuatro viajes más a lo largo de
su vida.
Actualmente, Paco Elvira seguía colaborando con los suplementos dominicales
de La Vanguardia y de El Periódico, y abasteciendo de imágenes a las agencias
Cover, de la que fue fundador, ahora filial de Getty, y Age. Su trabajo de
prensa ha sido reconocido con prestigiosos premios (el Photography Year Book en dos ocasiones, el Fotopress, el premio Civisme
de la Generalitat de Catalunya y el Pica
d’Estats); ha publicado numerosos libros para la editorial Lunwerg (La Rambla; Barcelona, ciudad de sensaciones; Barcelona, plein air; Terrassa,
llibre d´hores; Rubí, en molts
sentits, etc.); pero Paco Elvira siempre ha querido ir más allá de la
difusión de sus fotos en la página impresa. Por eso completó siempre que pudo
su trabajo con exposiciones en las que se esforzó en revisar y poner en orden
su archivo, pensando formatos y soportes, creando nuevas seriaciones con el fin
de rescatar lo más característico de su mirada.
Su mirada será imprescindible para entender este tiempo que hoy se ha
cerrado, los 64 años que le dio como premio la vida y que, cuando más ardía en
proyectos e ilusión, un golpe de aire apagó la hoguera. Paco fue a morir al
aire libre, como buen fotógrafo, rodeado de luz.
Laura Terré
Vilanova i la Geltrú, abril de 2013
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