22 de juny 2009

Diumenge. Observar (Tarkovski i el haiku)




(c) Manel Armengol 2007. St 10, de la sèrie El jardí de "no-on"





d'Andrei Tarkovski, Esculpir en el tiempo (Rialp) :

"La imagen como observación... ¿Quién no volvería a pensar aquí en la poesía japonesa?

Me entusiasma en ella su modo radical de prescindir incluso de la alusión más velada a su verdadero sentido imaginario, que debe ser descifrado paulatinamente, como en una charada. El haiku "cultiva" sus imágenes de un modo que no significan nada fuera de sí y a la vez significan tanto que es imposible percibir su sentido último. Es decir, una imagen es tanto más fiel a su destino cuanto menos se puede condensar en una fórmula conceptual, especulativa. El lector de un haiku tiene que perderse en él, como en la naturaleza, tiene que dejarse caer en él, perderse en sus profundidades como en un cosmos, donde tampoco hay un arriba y un abajo. Como ejemplo sirva este haiku de Basho:


Un viejo estanque

Una rana saltó al agua

Chapoteó en el silencio.


Ó éste:


Para los tejados se cortaron juncos.

En cañas olvidadas

se esparce la nieve suave.


O éste otro:


¿De dónde esa pereza?

Hoy casi no han podido despertarme...

Suena la lluvia de primavera.


¡Qué sencillez y precisión en la observación!

¡Qué pensamiento más disciplinado y qué capacidad imaginativa más selecta! Estos versos son bellísimos por el carácter irrepetible del momento que en ellos se capta, un momento que cae en la eternidad.


Con sólo tres puntos de observación, los poetas japoneses fueron capaces de expresar su relación con la realidad. No la observaron simplemente, sino que sin prisas y sin vanidades buscaron su sentido eterno. Y cuanto más precisa es esa observación, más única es también. Y cuanto más única es, más próxima se encuentra a la imagen. Dostoievski comentó en cierta ocasión que la vida es mucho más fantástica de lo que uno puede imaginarse..."



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