06 d’agost 2009






El rey Artús estaba pasando el verano

en su ciudad de Carduel;

con él estaban la reina, Gauvain,

el senescal Keu e Yvain,

y solamente veinte caballeros más.

A Gauvain le entró el deseo

de ir a distraerse;

hizo preparar su caballo,

y él, a su vez, se equipó

cortésmente;

se calzó espuelas de oro

sobre las calzas cortas

de seda muy ricamente bordada;

las bragas blanquísimas

y muy suaves;

la camisa de lino, algo corta

y amplia, llena de pequeños pliegues,

y se colocó un manto forrado de piel

de veros;

muy ricamente se atavió.

Salió de la ciudad

y siguiendo el camino directo

entró en un bosque.




M.A., 1990




Oyó el dulce canto de los pájaros

que muy dulcemente cantaban

y tanto se demoró allí oyéndolo

que entró en un pensamiento

de una aventura que conocía

que le había sucedido.

Tanto rato permaneció así

que se salió del camino

y se perdió en el bosque.

El sol ya se estaba poniendo

cuando empezó a pensar

intensamente,

y ya era de noche

cuando salió del pensamiento

y no supo en qué lugar estaba



(Cit. Victoria Cirlot, Figuras del destino. Mitos y símbolos de la Europa medieval. Ediciones Siruela)









2 comentaris:

  1. hay una historia semejante que ocurre en el Monasterio de Leire. Se trata de San Virila, que andando por el camino, al llegar a la fuente oyó cantar un pájaro, se quedó tan absorto que cuando volvió en sí habían pasado decenas de años, o centenas -no recuerdo el detalle-. Hice el caminito temprano en la mañana y ciertamente podrían a uno pasársele unos cientos de años sin darse cuenta....

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