09 d’agost 2009





M.A. 1990. Ocell solar (2)





(...) Tenemos para la llama una natural admiración, diríamos: una admiración innata. La llama produce una acentuación del placer de ver más allá de lo siempre visto. Nos obliga a mirar.


(...) el soñador vive en un pasado que ya no es únicamente el suyo, en el pasado de los primeros fuegos del mundo.






M.A. 1990




En este pequeño libro de simple sueño, (...) querríamos expresar (...) hasta qué punto se renueva el sueño de un soñador en la contemplación de una llama solitaria. La llama es, entre los objetos del mundo que convocan el sueño, uno de los más grandes productores de imágenes. Ante una llama, en tanto se sueña, lo que uno percibe al mirar no es nada en relación con lo que se imagina. La llama lleva a los más diversos dominios de la meditación su carga de metáforas e imágenes.

(...)


Gaston Bachelard, La llama de una vela. Monte Avila Editores. Caracas 1975





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