04 d’agost 2009






M.A. 1990. Ocell solar (1)





(...) un día los cazadores Decreto y Destino tendieron la red de la Predestinación; pusieron como cebo el grano de la atracción, y por ese medio lograron hacerme prisionero. Desde aquel país que había sido mi nido, me llevaron a una comarca lejana. Me cosieron los párpados; me pusieron cuatro clases de trabas; (...)

(...) me mantuvieron tan firmemente en el mundo del adormecimiento, que mi propio nido, el país lejano, todo lo que había conocido allí, todo lo olvidé. Imaginaba que siempre había estado como me encontraba en ese momento.

-Cuando hubo pasado cierto tiempo, mis ojos volvieron a abrirse ligeramente, y en la medida en que eran capaces de ver, me puse a mirar. De nuevo comenzaba a ver las cosas que antes no veía, y me sentía lleno de admiración. Cada día, gradualmente, mis ojos se abrían un poco más y contemplaba cosas que me turbaban y me dejaban sorprendido. Finalmente mis ojos se abrieron por completo; el mundo se me mostró tal cual era. Me vi con las ataduras que habían apretado en torno a mí; me vi prisionero de los carceleros. Y me dije: "Aparentemente, nunca me liberarán de estas cuatro trabas, ni se alejarán de mi los carceleros, para que mis alas puedan abrirse y emprender el vuelo, libre y sin coerción".

-Pasó todavía un tiempo. (...)



Shihâboddîn Yahyâ Sohravardî. El encuentro con el ángel (El ángel teñido de púrpura). Comentarios de Henri Corbin. Editorial Trotta.








M.A. 1990. Les Chants de Maldoror. Ch. V




(...)
Rongé par le désespoir, il se complaît dans son

mal, jusqu'à ce qu'il ait vaincu la nature, et que le sommeil, voyant sa proie

lui échapper, s'enfuie sans retour loin de son cœur, d'une aile irritée et

honteuse. Jetez un peu de cendre sur mon orbite en feu. Ne fixez pas mon

œil qui ne se ferme jamais.


Lautréamont. Les chants de Maldoror. Chant V











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